Amanecimos en Monterey, recorrimos el acuario, pasamos por Santa Cruz y Redwood y despedimos el año frente a la bahía de San Francisco...
El acuario de Monterey es sencillamente impresionante, especialmente el sector de las medusas y los pulpos (las sepias me dejaron fascinado, pero sólo las filmé, muy tontamente no saqué fotos de ellas). Es imposible que alcancen las dos horas que le dedicamos para recorrerlo, pero no disponíamos de más tiempo...
Y como teníamos el tiempo contado salimos directamente a la ruta hacia Santa Cruz, donde cumplimos el sueño de ir al típico parque de diversiones junto a la playa y subirnos a una montaña rusa de madera (una de las 5 mas antiguas de Estados Unidos).
De camino a San Francisco pasamos por Redwood, que más allá de ser una ciudad muy pintoresca, para los fanáticos de SAMCRO tiene un sabor muy especial.
Y llegamos nomas a San Francisco, una de las ciudades que más ganas tenía de conocer de todo el mundo...
Por suerte llegamos a devolver el coche a Avis antes que cerrara la agencia, porque esa media hora de manejar en sus subidas y bajadas, calles que se cortan, túneles que aparecen de repente, puentes que interrumpen el paso, me hubieran vuelto loco un día más; si cuando llegamos estacioné de la vereda de enfrente del hotel, Caro se bajó a hacer el check in y le dije, inocentemente, doy la vuelta a la manzana y bajamos las valijas... ¡Quince minutos tardé en llegar! Tengo a los chicos de testigo, fue una caja china en forma de ciudad lograr llegar a mi destino.
Salimos a caminar y esas calles de San Francisco enloquecidas para los coches nos enamoraron como peatones, con sus galerías de arte, sus colores, sus luces...
Cenamos en el Cheesecake Factory de arriba de Macy´s (no, no estaba Penny) y después caminamos bajando por la avenida Market hasta la bahía, para disfrutar con los otros cientos de miles de personas uno de os espectáculos de fuegos artificiales más imponentes y conmovedores que hayamos visto nunca.
Volvimos también caminando hasta el hotel, estábamos comenzando un año de la mejor forma que se podía comenzar.
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