La vista desde el avión de las colinas de Los Ángeles es impresionante y hasta logramos ubicar el famoso cartel de Hollywood.
Llegamos en horario, lástima que el aeropuerto estaba en plena ampliación, por lo que nos volvieron locos con los cambios de cintas de las valijas y la salida a los Rent a Car. Cuando finalmente encontramos la parada del shuttle, pudimos llegar hasta Avis y ahí nos dieron nuestro Ford Fusion.
El GPS que llevamos de casa, afortunadamente, anduvo de maravillas y llegar hasta La Jolla fue rapidísimo.
La Jolla es un pueblo costero a apenas unos diez kilómetros al norte de San Diego, tiene unas playas hermosas, con focas (no lobos marinos), acantilados de rocas y césped y aves marinas.
Almorzamos desayunos en The Cottage, según las investigaciones de Caro, el mejor lugar para comer huevos benedictinos de todo Estados Unidos, y por lo que probamos, una afirmación carente de cualquier duda.
El de Macarena era una bomba de frutillas, frutos rojos, panqueque y crema...
Recorrimos La Jolla y salimos para San Diego. El hotel es magnifico y gracias a que Caro es buena onda, no como yo, y que somos argentinos y la chica del mostrador juega soccer y le encanta Messi, nos dieron una habitación enorme con vista a la bahia.
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