Finalmente se acabó nuestro tiempo en San Francisco y se va acabando el tiempo de todo el viaje. Fueron pocos días, pero extensos y nutritivos, no sé cuándo podremos volver a esta ciudad increíble, espero que en esta vida.
Ahora hacia nuestra Nueva York, de madrugada, como siempre.
Somos unos cancheros bárbaros, nosotros no tomamos taxis en Nueva York, nos manejamos en subte... Las cosa es que llegamos un domingo, y los domingos los subtes de Nueva York tienen una agenda que solamente ellos entienden (y tampoco estaría seguro de eso).
El hotel esta a la vuelta del Empire State, en la 35 y 6ta, lo indicado era tomar desde el aeropuerto el Air Train hasta Jamaica, ahí enganchar el E y hacer combinación con el M que nos deja en la esquina del hotel.
Todo eso con las valijas y con un Francisco que no durmió ni un minuto en el avión y se despertó a las 4 de la mañana...
Decir que el viaje fue una tortura es faltarle el respeto a la Santa Inquisición. Como dije, era domingo, el M no funcionaba, pero nos enteramos cuando ya nos habíamos bajado para combinar, y después manejarse con cinco valijas, una de ellas de dimensiones elefantiasicas, entre los corredores y ascensores (que esta visto, por la baranda, los neoyorquinos los usan de baño) fue una tarea insufrible.
Pero, bueno, llegamos finalmente, dejamos las valijas y lo primero que hicimos fue comer un kebab en la calle, que para eso uno viaja a Nueva York, para comerse un kebab en la 5ta y 42.
De ahí a pasear por el Bryant Park, despues por la Broadwayy, previo entrar y salir de Applebeed (por los precios irrisorios de una hamburguesa) terminar cenando en Hooters.
Y de vuelta al hotel, esperando que la gente del pronostico meteorológico se haya fumado mal y mañana no haga el frío que dicen que va a hacer para poder ir a caminar por el puente de Brooklyn.
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