Y llegó también el día de la vuelta, el avión salía a las seis, había que estar tres horas antes y pensábamos viajar en subte; así que desde temprano, mientras los chicos dormían, logramos meter todo en las cinco valijas.
Esta vez, el viaje en el subte fue mucho más fluido, esquivamos los aromas del Cairo de los ascensores bajando las valijas a pulso por las escaleras y las líneas que tomamos, si bien demoradas, llegaron siempre a su destino.
Despachar las valijas no fue traumático, la aduana re tranqui, migraciones y seguridad del aeropuerto también, así que la espera de avión de regreso fue en la mayor paz posible.
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